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Ética

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Julio Serrano, Milenio

Una razón crucial por la que no ha prosperado una reforma fiscal en México es que se ha planteado siempre como un fin en sí misma; es decir, recaudar más por recaudar más. Esto es un error. Siempre ha sido evidente que el gobierno necesita obtener más ingresos tributarios. Lo que no ha quedado claro es qué haría con el dinero.

De aquí la simple pero profunda propuesta recién presentada por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) de etiquetar los recursos adicionales obtenidos por una reforma fiscal a programas sociales específicos. En otras palabras, de llevar a cabo una reforma fiscal de la mano de una social; de que la reforma fiscal sea un medio y no un fin. La apuesta, en mi opinión muy acertada, es que los mexicanos estaremos dispuestos a pagar más impuestos si sabemos que el dinero recaudado se destinará a fortalecer la protección social. La apuesta es que ligar lo social a lo fiscal hará más difícil que los legisladores objeten las reformas.

En concreto, lo que propone el CEEY (institución en la que colaboro) en la parte hacendaria es aumentar la recaudación mediante la eliminación de regímenes especiales y generalización del IVA (lo que aportaría una recaudación adicional de 3.4 por ciento del PIB), la eliminación de los subsidios a la gasolina (1.5-2 por ciento del PIB) y una mayor eficiencia tributaria (0.5 por ciento del PIB). De acuerdo al CEEY (institución en la que colaboro), con estos fondos sería posible aspirar a un sistema de protección social universal eficaz y sostenible, con un seguro de salud, un seguro de vida y una pensión mínima para todos los mexicanos. Las cuotas del IMSS y del ISSSTE podrían eliminarse gracias a la mayor recaudación pública, lo que permitiría la convergencia de los sistemas contributivos y no contributivos de salud. Los ingresos adicionales permitirían además mantener un apoyo focalizado a las familias más pobres para compensar los mayores impuestos.

La propuesta fue concebida y abalada por un grupo heterogéneo de 30 expertos en hacienda pública y protección social con ideologías muy variadas, lo que le da una enorme validez y credibilidad. Sería ingenuo pensar factibles todos los elementos de la propuesta. Pero lo importante es sentar lineamientos.

En ocasiones, las ideas más sencillas son las más poderosas. Ligar una reforma fiscal a una social parecería una obviedad, y sin embargo poco se ha promovido este esquema en nuestro país. La hacienda pública no debe concebirse exclusivamente como un instrumento de recaudación, como tradicionalmente se ha hecho, sino como una herramienta de crecimiento y cohesión social.


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