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Fitch Ratings bajó su perspectiva de calificación soberana para México a Negativa y con ello alineó su panorama de riesgos sobre la capacidad de pago del emisor soberano, con la que tienen Moody’s y Standard & Poor’s.

Esto significa que la nota soberana de México, que es grado de inversión “BBB+”, en Fitch, tiene una de tres posibilidades de sufrir una degradación o recorte en un lapso de seis a 24 meses.

Fitch admitió que el resultado electoral en Estados Unidos es un factor de presión económica y financiera para México.

“Los intentos de renegociar el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) u obstaculizar la subcontratación de servicios en México por parte de empresas de Estados Unidos podrían resultar perjudiciales para el sector exportador manufacturero mexicano y afectar negativamente al empleo, la inversión (incluida la IED) y el crecimiento del país”, enfatizó.

En el comunicado, Shelly Shetty, directora de Análisis soberano en Fitch, argumentó que la victoria de Donald Trump hacia la Presidencia de Estados Unidos aumentó el riesgo de una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Enfatizó que ha incrementado la vulnerabilidad de la deuda mexicana en manos de extranjeros, correspondiente a 30% del total; pues la incertidumbre del mercado implica riesgo.

Pero matizó que el “adecuado nivel de reservas internacionales, el acceso a la recién fortalecida Línea de Crédito Flexible abierta en el Fondo Monetario Internacional por 86,000 millones de dólares y el tipo de cambio flotante deben proveer un ahorro y flexibilidad para enfrentar salidas de capital y volatilidad del mercado”.

Fitch también consideró que el Producto Interno Bruto mexicano está sujeto a un deterioro a partir del endurecimiento de las políticas fiscal y monetaria que se encuentran en aplicación en México para contrarrestar la presión cambiaría sobre la inflación y consolidar las finanzas públicas; medidas que en el margen, dificultarán la capacidad de crecimiento de la economía.

A su vez, consignó el efecto que tendrán las nuevas disposiciones de la administración de Trump en el flujo de remesas hacia México, envíos que en los últimos tres años han sido determinantes para acelerar la demanda interna en el país.

Una eventual degradación, aclaró aparte Rodolfo Campuzano, director de Estrategia y Gestión de portafolios de Invex Banco, implicaría un costo financiero mayor para el emisor soberano y un menor acceso a flujos de financiamiento.

Grado de inversión firme

El analista de Invex destacó que la deuda de México tiene calificación de grado de inversión y consideró que se encuentra lejos de perderlo. De hecho, el escalón donde la ubica Fitch está dos niveles arriba del grado de inversión.

Para Campuzano, es muy difícil pensar que alguna de las tres agencias recortaría los dos escalones de un jalón, pues se tendría que estar en una situación crítica de endeudamiento, como la que vivió Brasil recientemente.

En su opinión, al colocar la nota en perspectiva Negativa, están haciendo una advertencia al gobierno de que tiene que cumplir con la consolidación de sus finanzas públicas.

Crecimiento incompatible

Las tres calificadoras concuerdan en los “riesgos a la baja” que pesan sobre el proceso de estabilización de la deuda, la capacidad del país para enfrentar una salida de capitales y el bajo crecimiento que persiste en la economía.

Sobre este último elemento, la analista de Fitch destaca que la tasa de crecimiento de México ya no corresponde con el promedio de expansión de sus pares en la misma calificación.

Plazos corren a destiempo

Según la métrica de las tres agencias, una perspectiva Negativa significa que le dan al soberano entre un semestre y dos años para acotar sus debilidades.

Para Moody’s, que fue la primera agencia en colocar en Negativa la perspectiva de calificación, desde marzo, han corrido ya nueve de los 24 meses requeridos para evaluar si se recorta o se deja igual.

De hecho, esta misma semana anunció que “probablemente será en el segundo semestre del 2017” cuando realizará un pronunciamiento sobre la nota soberana y de Pemex.

En Moody’s, México tiene la más alta nota crediticia jamás alcanzada, que es “A-3”, nomenclatura que implica que el soberano es menos proclive a sufrir un problema de balanza de pagos, y que es mucho más relevante el peso de sus finanzas públicas en la calificación. Eso nos lo explicó Jaime Reusche, analista para América Latina en la firma.

En S&P han corrido apenas tres meses desde que cambió a Negativa su perspectiva sobre la nota mexicana. Y para ellos, son la rapidez del aumento de la deuda mexicana y la coincidencia de una menor expansión económica lo que está poniendo en riesgo la capacidad de pago de México.

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