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La fila es enorme e inicia desde las oficinas del SAT en la Torre Caballito y se extiende casi hasta una de las entradas del Metro Hidalgo en el Centro de la Ciudad.

Son las 6:30 de la mañana y ahí se aglutinan unas 400 personas.

Se trata de los contribuyentes que quieren cumplirle al fisco y que sólo tienen unos días para hacerlo, ya que el plazo fatal para la declaración anual culmina el próximo 2 de mayo.

Algunos, dicen, llegaron desde las 4:00 de la mañana. Confían que llegar temprano es suficiente para ser atendidos y no regresar otro día.

Pero esto apenas comienza.

A las 7:00 horas la fila comienza a avanzar y los empleados del SAT permiten la entrada a las oficinas.

“A las 8 ya estaré fuera, llegué desde las 5:30” dice uno de los contribuyentes en la fila.

La mayoría va por trámites relacionados con la Firma Electrónica (FIEL). Con ella en la mano, todos podrán concluir su declaración.

“Yo tengo que hacer declaración patrimonial y me urge la firma. No pensé que estuviera tan complicado”, dice en voz alta un hombre de traje azul esperando que alguien responda, pero todo es silencio entre los desmañanados que lo rodean.

Algunos van por primera vez a tramitarla y otros a renovarla.

“Yo vine ayer a las 9:00 de la mañana y me dijeron que ya era tarde para lo de la firma, que ya habían dado todos los lugares, dicen que dieron fichas”, narra Alicia, quien trabaja por honorarios.

Las fichas no son un mito.

Después de las 7:30 de la mañana, dos empleados del SAT se aparecen con planillas llenas de etiquetas verdes que dicen “FIEL” y todos los que reciben una ficha comienzan a entrar en bloques de 40 a una gran sala del primer piso del edificio, instalados cada uno frente a una computadora.

La mayoría está asombrado porque están cerca de culminar el trámite y apenas son las 8:30 de la mañana. La alegría les dura poco.

“Silencioooo, silencioooo, pongan atención por favor!”, grita una mujer con gafete del SAT, desde alguna parte de la sala.

“Hoy no van a tener su firma, este solo es un proceso para que saquen cita por internet para venir otro día, tengan a la mano su RFC”, instruye, generando desánimo.

“Pedí permiso para faltar a trabajar, y ahora ¿tengo que venir otro día? ¿me formé dos horas por una cita?”, reclama un joven.

Pero ya no hay tiempo para discutir porque en las pantallas de las computadoras aparecen horarios disponibles para citas el viernes y la mujer vuelve casi a gritar “el que no seleccione rápido, se queda sin horario”.

“Oiga, solo hay a las 2:00 de la tarde, no puedo venir a esa hora”, dice una mujer.

“Acepte la cita o rechácela, no hay opción”, responde un asesor.

Abajo, en el lobby del edificio, el desánimo es mayor: las fichas se terminaron.

“Dimos unos 300 turnos, ya no hay, regrese mañana.

-¿A qué hora?

Híjole, pues ahí usted dirá, algunos llegan a las 4:00 de la mañana”, explica un empleado del SAT.

Sí, a las 4:00 de la mañana, un horario en el que ni siquiera hay Metro en la ciudad.

La fila se extinguió a las 9:22 y los que llegan salen de inmediato, pero preocupados y con sus papeles en mano porque ya no hay forma de hacer trámites.

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