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-# Introducción y antecedentes

Los muy nombrados servicios de “consultoría” que puedan ser
prestados por despachos de Contadores Públicos, actualmente y
desde hace mucho tiempo, salvo en el caso de las grandes firmas (las
“Big 8” y ahora “Big 4”), prácticamente, nunca han sido bien definidos,
precisados o identificados como concepto genérico o específico.

Sin embargo, con frecuencia podemos ver anuncios de nuestras
agrupaciones profesionales sobre conferencias, pláticas y artículos en
nuestras revistas especializadas sobre la función del Contador Público
como asesor y, últimamente, como “consultor de negocios”.

En esas expresiones profesionales hemos visto con sorpresa que,
en ocasiones, se nos atribuyen habilidades que no solamente están
fuera de nuestras capacidades teóricas o académicas, sino que caen,
claramente, en el ámbito de otras profesiones; así, según hemos visto
u oído, podemos asesorar en sistemas informáticos, administrativos,
en aspectos legales y de negocios, así como en especializaciones
propias o naturales de nuestra profesión, tales como: auditoría,
contabilidad, costos, finanzas y fiscal.

También es posible ver que el enfoque y amplitud de los servicios
antes citados, cambia radicalmente dependiendo del expositor y/o
profesional y su especialidad.

Por otro lado, puede observarse que en ciertas zonas o ciudades del
interior de la República, los trabajos que se le solicitan a los Contadores
Públicos, con frecuencia son propios de la simple teneduría de libros,
de la presencia en arqueos y recuentos de existencias o inventarios, lo
que nos hace pensar que hay un lamentable desperdicio de nuestras
capacidades y habilidades reales.

En resumen, se aprecia una considerable indefinición en este asunto,
puesto que esta solicitud de servicios variados realmente se presenta
y, desde luego, se percibe en nuestros colegas de la profesión un
gran interés o deseo de servir a sus clientes; es clara la necesidad y
conveniencia para la profesión de mostrar una posición definida, que
oriente tanto a los colegas sobre los servicios que pueden ofrecer,
como a los clientes sobre lo que realmente pueden esperar de nuestra
profesión.

Consideramos que esta situación es peligrosa para nuestra profesión
y, sobre todo, para su imagen y prestigio. Es necesario aclararla,
de preferencia normarla, establecer bases precisas y orientadoras.
No debemos ostentarnos como expertos en todos los ámbitos de
los negocios; es claro que la experiencia puede hacer que algunos
colegas desarrollen habilidades que otros no tienen, también, que
con el apoyo de profesiones afines o complementarias, alguna firma
pueda ofrecer un tramo de servicios mayor o diferente a otras, pero
no podemos aspirar a hacer creer a nuestros usuarios, de que todos
somos capaces de hacer lo que nuestra preparación académica y el
desarrollo natural de nuestra profesión no nos permite en condiciones
normales.

Los servicios de la denominada “consultoría o asesoría de negocios”
derivan, en primer lugar, de la demanda de servicios que los clientes
solicitan a sus Contadores o auditores y, en segundo lugar, a que en
general se ha confundido la experiencia y sentido común, con la real o
efectiva capacidad teórica y práctica. No por el hecho de que un auditor
externo examine el control interno contable y sugiera mejoras válidas,
así como porque casi la totalidad de las actividades de una empresa
se reflejen o deban reflejarse formalmente en la contabilidad, cuyas
cifras puedan y deban ser revisadas por un auditor independiente,
debe concluirse que somos expertos en administración, en el análisis
y determinación de los objetivos, planes, programas, políticas,
procedimientos o procesos de las diferentes y complejas funciones
de nuestros clientes y/o en las estrategias de sus negocios.

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