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Escrito por Agencias

Periódico La Crónica

martes, 20 de enero de 2009

La expectación es máxima en Estados Unidos y en el mundo, que aguardan con esperanza que se cumplan las promesas de cambio que realizó en la campaña y con las que pretende sepultar ocho años de mandato fracasado de George W. Bush.

Barack Obama —se desconoce si usará su segundo nombre, Hussein, que ocultó convenientemente durante la campaña electoral— tomará posesión como el 44º presidente de Estados Unidos ante más dos millones de testigos presenciales y cientos de millones más de telespectadores en este país y en todo el mundo. El diario español El País en su edición digital subraya que “no se recuerda cuándo un ser humano concentró en torno a su persona tal cantidad de esperanzas de un mundo ansioso de optimismo”.

El discurso más esperado. Consciente de que el mundo entero lo observa, Obama ha cuidado muy especialmente su discurso de aceptación del cargo y que en éste quede reflejado esa ola de esperanza y cambio que prometió cuando era un simple aspirante a candidato presidencial, y al mismo tiempo, una advertencia de que tomará tiempo estar a la altura de la expectación desorbirtada, impulsada por su popular yes we can! (¡sí se puede!); una advertencia de que el camino será duro, dado los graves retos a los que se enfrente, como la mayor crisis económica que se recuerde y dos guerras inconclusas.

Acompañado por Martin Luther King III, el hijo del asesinado defensor de los derechos de los negros, Obama ayudó a pintar un dormitorio en la Sasha Bruce House, situada a tiro de piedra del Congreso. Este hogar temporal para vagabundos adolescentes es testimonio del lado oscuro de Washington, que es una ciudad dividida donde la fastuosidad del poder se codea con la miseria y marginación de muchos de sus barrios negros.