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Vicepresidencia Fiscal

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Lic. Gustavo Amezcua Gutiérrez
Integrante de la Comisión Fiscal del IMCP

Gabriele D’Annunzio sostenía que el corazón y el cuerpo de los ciudadanos le pertenecen al Estado.

Bajo este paradigma, sus discípulos más aventajados, Benito Mussolini y Adolfo Hitler, construyeron el andamiaje, respectivamente, del Estado Italiano de corte fascista y el Régimen del III Reich en Alemania, supuestos estados de derecho desde la perspectiva formal, pero que fueron su antítesis.

En nuestro sistema, el Art. 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su versión anterior a la reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF), del 1 de junio de 2011, preceptuaba a la letra que:

Artículo 1º. En los Estados Unidos Mexicanos todo individuo gozará de las garantías que le otorga esta constitución, las cuales no podrán restringirse ni suspenderse, sino en los casos y con las condiciones que ella misma establece.

Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos. Los esclavos del extranjero que entren al territorio nacional alcanzarán, por este solo hecho, su libertad y protección de las leyes.

Queda prohibido toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las capacidades diferentes, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.

Como podemos observar, en la soberbia expresión “[…] todo individuo gozará de las garantías que le otorga esta constitución […]”, encontramos un resabio del paradigma ultra positivista, por virtud del cual los derechos y libertades de los ciudadanos son concesiones que el Estado confiere, muy a la manera de la máxima de Hobbes “autorictas non veritas facit legem”, esto es: la autoridad, no la verdad, es la que hace las leyes.

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