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Aunque es difícil que todas las propuestas fiscales de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, se cumplan con exactitud, es hora de que el gobierno mexicano revise y establezca cambios en su esquema fiscal, aseguraron diversos analistas económicos.

Lo anterior ayudará a México a estar preparado ante las afectaciones de las medidas proteccionistas que se puedan establecer en Estados Unidos.

Carlos Cárdenas, experto fiscalista y expresidente del IMEF comentó que el gobierno de Donald Trump se podría dividir en dos etapas: los primeros seis meses, en los cuales se seguirá viendo afectada la economía mexicana, mientras que el resto de este gobierno será una segunda etapa en la cual se comenzará a evidenciar que no se puede cumplir todo lo que ha propuesto, aseguró.

Ante la iniciativa de imponer un impuesto arancelario de 35%, ya hay políticos que han aclarado que de lo que se trataría realmente es de una limitación a la deducción de los artículos importados; para Carlos Cárdenas, esto es un claro ejemplo: difícilmente se podrán llevar a cabo las ideas de Trump, de una manera tan drástica como la que había planteado.

Por otro lado, aseguró que los planteamientos fiscales del nuevo presidente estadounidense son políticas que realmente podrían terminar afectando más su economía que a la mexicana. Ejemplificó con el tema automotriz, pues aunque las armadoras pagarían menos Impuesto sobre la Renta, también tendrán que pagar salarios más altos a los estadounidenses, encareciendo así los autos fabricados en ese país. Esta situación, aseguró, podría hacer menos competitivo el mercado automotriz de Estados Unidos.

Enfatizó que si EU baja el ISR, México lo deberá hacer también y para que la recaudación no se vea afectada será necesario hacer cambios en el esquema fiscal nacional, basándolo más en los impuestos indirectos, como el Impuesto al Valor Agregado.

“Tampoco es tan fácil hacer lo que él (Trump) dice; si logra bajar su ISR deberá analizar qué hacer para no golpear la recaudación nacional; hasta ahora Trump no ha dicho de qué manera se podría compensar el dinero que dejará de recaudar”, comentó.

David Cuéllar, socio líder de Impuestos y Servicios Legales de la consultoría PWC, dijo que si se cumple la promesa del presidente Donald Trump de reducir 20% el ISR, aun con una moneda fuerte, las compañías podrían invertir en producir más, crear más puestos de trabajo y exportar con más exenciones.

Por ello, también se inclinó por la reducción del ISR de las personas y las empresas en México para mantener la competitividad, aunque abogó por obtener los recursos a través de los impuestos indirectos.

Añadió que algunas líneas básicas que podría seguir la política fiscal de gravar las importaciones para que no fueran deducibles para las compañías en Estados Unidos y, en especial, para aquellos bienes o componentes mexicanos, “podrían traer como consecuencia que las compañías estadounidenses compren productos de su país y no procedentes de México u otras naciones”.

Carlos Cárdenas, también ex presidente del Instituto Mexicano de Contadores Públicos, comentó que independientemente de lo que el presidente de Estados Unidos haga, México debe empezar a hacer cambios para eliminar sus propios errores, tales como exceso de gasto y políticos defraudadores.

“Además, es necesaria una reforma fiscal real, la cual se ha esperado durante mucho tiempo; no podemos echarle la culpa de todos nuestros problemas a Trump, no nos distraigamos”, añadió.

La idea fue reforzada por Óscar Ortiz, socio líder de la Industria Financiera de la consultora EY, quien dijo que hasta saber con exactitud los cambios fiscales que Trump puede hacer se tendrá noción del impacto real que puede tener México.

Sin embargo, aplaudió la idea de que el gobierno mexicano no espere a verse afectado para establecer medidas fiscales que incentiven la inversión en el país, tales como el nuevo programa de repatriación de capitales y la opción de deducción inmediata para las pequeñas y grandes empresas.

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