La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa es una mancha que podría poner en aprietos a las inversiones en México en el corto plazo , si no se trabaja en un control de daños inmediato.

Primero fue el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, quien advirtió a mediados de octubre de un posible impacto en la economía derivado de la acción violenta contra los jóvenes, y el viernes pasado, el Banco de México hizo lo propio al hablar sobre losriesgos que pueden afectar a la actividad económica y la inflación.

El pasado 26 de septiembre, un grupo de normalistas fue agredido por la policía municipal de Iguala, y algunos de ellos fueron entregados al cartel Guerreros Unidos, sin que hasta la fecha se conozca el paradero de los jóvenes. Este hecho ha ocasionado decenas de manifestaciones en las que han participado miles de personas en México y varios países, además de la condena de varias organizaciones nacionales e internacionales.

El presidente Enrique Peña Nieto declaró como prioridad para su gobierno encontrar a los jóvenes, objetivo que aún no se ha cumplido. También puedes leer: ¿A qué se comprometió EPN con padres de normalistas?

“Esta situación pone entredicho el Estado de derecho. Está trascendiendo el tema de seguridad a un tema mucho más grave, en el que son las instituciones las que se están poniendo en duda. Hay una falta de respuesta y de solución a estos conflictos”, afirma Leticia Armenta Fraire, directora del Centro de Análisis Económico del Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México.

“Está trascendiendo el tema de seguridad a un tema mucho más grave, en el que son las instituciones las que se están poniendo en duda”

La investigadora asegura que el clima de violencia merma las expectativas. “Al haber debilidad, el hombre de negocios se cuestiona si vale la pena incrementar su inversión en caso de que exista o realizar una nueva si está volteando a ver por primera vez al país”.

“No solo estamos ante los temas de los asesinatos, sino además de acciones de la sociedad civil en donde se muestra enojo, como la quema del palacio de Chilpancingo, o el cierre de carreteras o la pretendida invasión de la casa de gobierno (…) El tema es la ausencia de acción por parte del Estado. Hay un descontrol, las personas se sienten justificados para invadir propiedad privada y afectar a terceros”.

En una gira en Washington el pasado 11 de octubre, Luis Videgaray aseguró que “hechos tan graves como éste (Ayotzinapa) pueden tener un efecto sobre la percepción del país, en general en la comunidad económica, en la comunidad de inversionistas”.

Armenta Fraire asegura que para no afectar la inversión en el país en el corto plazo, el gobierno debe implementar acciones más contundentes y certeras, de tal forma que la sociedad tenga confianza de que hay un orden y que las leyes se van a cumplir.

“En el mundo de los negocios hay incertidumbre y por eso esta disminución de las expectativa del desempeño de la economía. En general se ve un clima de negocios no favorable”, agrega.

¿Es posible elevar el crecimiento?

A pesar de la incertidumbre, el Banco de México se ha mostrado optimista y el viernes pasado, el gobernador de Banxico, Agustín Carstens señaló que la economía mexicana logrará tasas de crecimiento cercanas al 5% hacia finales de 2018 si hay una correcta aplicación de las reformas estructurales.

Al dictar una conferencia magistral en la 91 Asamblea Convención del Instituto Mexicano de Contadores Públicos (IMCP), destacó que tras la debilidad de inicio de año, la economía nacional tomó ritmo y acumula tres trimestres con crecimientos “razonables”.

Sin embargo, la investigadora del Tecnológico de Monterrey asegura que los pronósticos oficiales han tenido “el mal tino de ser demasiado optimistas”, y pueden dañar la credibilidad de las autoridades.

“Las autoridades del país prefieren escenarios optimistas a escenarios realistas que lo obligan a corregir (…) El crecimiento de 5%, dados los elementos que hemos visto a nivel de la inversión productiva, no tenemos los elementos para afirmar que pueda concretarse”.

Armenta Fraire asegura que la única fuente de crecimiento que se ha mantenido a lo largo del año ha sido el impulso a través del mercado externo. “Dependemos del comportamiento de la economía de EU para derivar un posible crecimiento a nuestra economía, por lo que estamos en una situación semejante a 2014, en donde nuestro crecimiento ha sido muy cercano al promedio de los últimos 10 años”.

La académica señala que hay un mercado deprimido en el consumo, que reacciona a dos variables: “La primera es por un incremento del ingreso y eso pasa por un aumento del empleo, cosa que aunque ha habido mayores plazas en el Seguro Social, no ha sido suficiente, pues además de las carencias, también se añade la población que ingresa al mercado de trabajo”.

“La segunda razón es porque existan expectativas favorables, pero la violencia y el comportamiento del empleo deprimen el consumo. El clima de negocios afecta la inversión privada, pero las familias reaccionan a cosas más cercanas”, asegura.

Una baja del petróleo “razonable”

Sobre la reducción en el cálculo del precio por barril de petróleo, la investigadora aseguró que es un escenario más realista, sobre todo por la fluctuación en el mercado internacional. “Fue una decisión responsable. Es muy difícil atinarle al precio del petróleo porque están jugando muchas fuerzas internacionales que lo están determinando”, señala.

En una primera propuesta, la Ley de Ingresos había calculado un precio de 81 dólares por barril, sin embargo, PRI, PAN y PRD coincidieron en reducir el costo a 79 dólares, lo que implicará una disminución en los ingresos de 2015 por 8,264 millones de pesos.

La decisión fue vista de forma positiva, pues en caso de que el precio del hidrocarburo se ubique por encima de la estimación oficial, se ampliará el margen del gobierno federal para contar con ingresos excedentes.

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