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A finales de este mes el Inegi nos proporcionará una estimación preliminar del PIB al primer trimestre. Todo parece indicar que las cifras no serán tan malas como las estábamos esperando originalmente.

La semana pasada el Inegi nos reveló que el IGAE de enero presentó un crecimiento de 2.55 por ciento anual con cifras desestacionalizadas. Una cifra nada despreciable en el adverso entorno en el que se está desempeñando la economía mexicana bajo las amenazas de la campaña del Presidente Trump.

En la semana pasada, con nuestro indicador el IBAM publicamos la estimación del IGAE de febrero, en donde vemos probable un crecimiento de alrededor de 2.35 por ciento anual. En las cifras de febrero se puede ver una recuperación del sector industrial, con una ligera desaceleración en el sector servicios.

Con nuestro indicador IBEM, el más oportuno de nuestros indicadores, nos encontramos ahora con cifras sorprendentes para marzo. De entrada el indicador presenta un incremento de 17 por ciento en relación al mismo mes del 2016. Por una parte, las cifras del IBEM se basan en datos oportunos, de distintas fuentes, no desestacionalizados, por lo que en marzo se comparan con marzo del año anterior en donde se tuvo la Semana Santa, lo que implica más días hábiles para el tercer mes de este año. Pero por otra parte se tienen algunas cifras sorprendentes, en particular en la industria automotriz y en los indicadores oportunos de percepción, en donde el factor Trump que originalmente desplomó el sentimiento de los negocios, ha cambiado significativamente las expectativas económicas, hacia un mejor panorama.

En la industria automotriz el crecimiento de la producción superó 35 por ciento anual, ante la entrada en operación de la planta de KIA y la de Fiat Chrysler que tuvo un paro técnico el año pasado. Las exportaciones de automóviles aumentaron 32 por ciento anual, y las ventas de unidades de transporte en el mercado mexicano crecieron en 17 por ciento anual.

En los indicadores de percepción, las cifras del IMEF nos indican cierta recuperación en el indicador IMEF no Manufacturero, que aumentó a 48 unidades, en relación con las 46 unidades que marcó en febrero. Las del Índice de Confianza del IMCP/Bursamétrica mostraron una mejoría significativa en febrero y más en marzo. La mejoría en el indicador de la percepción de la situación vigente así como el de la percepción sobre la situación a futuro incidieron en que el indicador total aumentara 4.96 por ciento de febrero a marzo.

Las ventas de la cadena Walmart de México, en tiendas y semanas comparables, crecieron en 3.8 por ciento anual nominal, lo que implica una caída de 1.5 por ciento anual en términos reales. Las cifras de Walmart de México, y las que ya ha publicado la ANTAD, así como la caída que ya están presentando las remesas familiares a febrero pasado, nos dejan ver una desaceleración gradual en el consumo.

Con el conjunto de variables que se consideran dentro del indicador IBEM, tenemos una estimación preliminar del IGAE de marzo con cifras originales, no desestacionalizadas de más de 3.5 por ciento anual, influido como ya le hemos comentado por un mayor número de días hábiles en marzo de este año. Haciendo una corrección simple por este efecto estacional, la cifra del IGAE de marzo desestacionalizada podría ubicarse de nuevo en el rango de 2.5 por ciento anual.

Con esto, el PIB del primer trimestre podría ubicarse en 2.5 por ciento anual. Esto debería de incidir en que tengamos que revisar al alza nuestras estimaciones de crecimiento para todo el año. Nuestro rango inicial se encontraba entre 0.8 y 1.2 por ciento anual. Ahora, estamos viendo probable un rango entre 1.2 y 1.6 por ciento anual. Pero si las cifras que le estamos dando aquí se confirman, probablemente tengamos que subir más este rango.

Las dificultades por las que ha estado atravesando la administración Trump, por parte de la Corte y del Congreso, han provocado una enorme incertidumbre sobre la viabilidad de que pueda concretarse una reforma fiscal que pretende reducir drásticamente los impuestos al ingreso, tanto para las empresas como para los individuos, lo que se traduciría junto con un mayor gasto de infraestructura y militar en una expansión de la actividad económica para la economía estadounidense, evitando así la recesión latente que se venía venir.

Hay que recordar que el gasto de inversión cayó por tres trimestres consecutivos en la Unión Americana en el año pasado, y que la capacidad utilizada de la industria se ubica en 75 por ciento, lo que hace muy difícil que las empresas americanas decidan invertir si no cuentan con fuertes incentivos para hacerlo.

Para México, la reforma fiscal en Estados Unidos es ambivalente. Si se aprueba una reducción significativa en los impuestos, quedaríamos con muy poco margen de competencia con nuestro esquema fiscal actual, dada la tasa efectiva de Impuesto sobre la Renta de 50 por ciento que mantenemos. Lo que nos puede afectar sensiblemente en la inversión privada en nuestra economía. Pero si no se llega a aprobar tal reforma en el Congreso norteamericano, el escenario de una recesión incrementaría sus probabilidades, afectando seriamente a nuestro sector exportador.

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