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Marcela Ojeda / Zenyazen Flores

El Régimen de Incorporación Fiscal propuesto por el Ejecutivo es un débil intento por acercar a la formalidad a las personas físicas que no están en el padrón de contribuyentes, coincidieron fiscalistas.

“Es una invitación que, como en otros casos, no va a tener el impacto que debería para atacar a la economía informal”, consideró Luis Sánchez Galguera, socio de impuestos y servicios legales de la firma Deloitte.

Pedro Carreón, vicepresidente fiscal del Instituto Mexicano de Contadores Públicos (IMCP) coincidió y agregó que para atraer a los informales a la formalidad, se requiere financiamiento y capacitación.

En entrevista con El Financiero, Sánchez Galguera consideró poco atractivos los incentivos propuestos para que los informales decidan añadirse al nuevo régimen propuesto, que de acuerdo con la iniciativa de reforma hacendaria sustituiría al de Pequeños Contribuyentes (Repecos) y al Régimen Intermedio.

En el Repecos están las personas físicas con actividades empresariales que enajenan o prestan servicios al público en general y empresas de tamaño pequeño, que generan ingresos por hasta 2 millones de pesos al año; mientras que en el Régimen Intermedio están sólo las que realizan actividades empresariales y tienen ingresos anuales hasta 4 millones de pesos.

El nuevo régimen sería aplicable a personas físicas con actividad empresarial y pequeñas empresas cuyos ingresos al año no sean mayores a un millón de pesos y operaría bajo un sistema de flujo de efectivo con pagos bimestrales definitivos.

Es un régimen cedular porque si los egresos llegaran a exceder los ingresos, se permite deducir la diferencia contra los ingresos del siguiente bimestre, hasta agotarla.

Los incentivos consisten en descuentos a seis años en el pago del ISR y de las cuotas al Seguro Social. En el año en que se incorporen tendrían acceso a seguridad social y el descuento de ISR sería de 100 por ciento.

En el segundo año, el descuento del impuesto sería de 90 por ciento; en el tercero, de 70; en el cuarto, de 50; en el quinto, de 30 y en el sexto, de 10 por ciento y en el séptimo año ingresarían al régimen general.

“El incentivo no es muy atractivo y no necesariamente derivará en una alza importante de la recaudación o de la base de contribuyentes”, comentó Luis Sánchez Galguera.

Augusto Fernández Sagardi, director de la Comisión Fiscal de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo (Canaco) del Distrito Federal, indicó que la reforma no obliga a los inscritos en el esquema de Repecos a adherirse al nuevo régimen de incorporación, pero apuntó que a partir del 1 de enero de 2014, si se aprueba la reforma, los Repecos tendrán sólo dos opciones: optar por el nuevo régimen, o pagar el Impuesto Sobre la Renta (ISR) como cualquier contribuyente.

Explicó que con el régimen vigente las empresas pagan máximo una cuota de 2 por ciento sobre su ingreso bruto, lo que significa que máximo pagan 40 mil pesos al año por 2 millones de pesos de ingresos.

“Pero con la reforma hacendaria que se propone, lo que paguen las empresas dependerá de sus ingresos menos sus deducciones y de si tiene utilidad fiscal, a lo que se aplicará una tarifa del ISR, cuyo pago será diferenciado a lo largo de los seis años que se da a las empresas para que se incorporen al 100 por ciento”.

Añadió que las unidades económicas que hoy están en el esquema de Repecos tendrán que pagar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) con la reforma y previó que trasladarán dicho costo a sus clientes.

Para Fernández Sagardi de Canaco del DF, la desaparición del Repecos planteada en la reforma hacendaria complica el pago de impuestos.

“Con el nuevo régimen se complica el pago porque para ingresar a él se solicitan diversos requisitos que “no simplifican” el proceso”, expuso.

Carreón Sierra, socio de PWC, consideró que, con fines de simplificación administrativa, se debió pensar en una ampliación de plazos, a fin de que los pagos provisionales sean cuatrimestrales.

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